Este es el último post que escribo sobre ti. I swear.
Me desperté temprano en la mañana. Cuatro y media. Apagué el aire acondicionado y encendí la televisión en ese molesto canal de música. Mientras zoneambulaba por la habitación a oscuras, tarareaba una canción de esas que se tararean en las mañanas felices. Yo nunca fui una morning person.
Entré en un transe de media hora, me bañé y me arreglé para ir a clases. Bajé por mi calle la media cuadra de siempre y me paré en la esquina a esperar que los carros me dejaran pasar. Crucé la calle, con los audifonos puestos, escuchando una canción de esas que se escuchan cuando se intenta sentirse indie y relajado. Caminé la cuadra que me faltaba hasta la otra esquina, cuando te vi.
Parado contraesquina, viendome directamente. Y fue entonces cuando supe que era un sueño. Hablaste y tu voz resonó clara en mi cabeza, a pesar del solo de cinco minutos de piano que los de Sigur Ros se avientan algunas veces que venía escuchando a todo volumen.
La segunda señal de que era un sueño, fue cuando en vez de ignorarte o irme de ahí, te sonreí y crucé la calle hacia ti. Pero no se sentía mal, dentro del sueño, era lo correcto. Lo más lógico de hacer. Cerré los ojos, concentrándome para que nada en el sueño cambiara. Me apretaste contra tu pecho y de repente ya no me podía mover.
La alarma sonó. Estaba enredada en las sábanas peor que si una boa constrictora me hubiera atrapado. Me senté del lado de siempre de la cama y puse los pies sobre el piso helado para darme cuenta de que ya había despertado.
-Subconciente idiota - pensé y me aliste para salir.
miércoles, mayo 27, 2009
martes, mayo 19, 2009
Elle A les Yeux Grands
Mientras veía la mejor película del mundo (y probablemente mi nueva favorita), yo no podía dejar de pensar: Dios, tiene los ojos grandes! Y riendo con una felicidad tan inmensa que tenía mucho tiempo no sentía, dejé que la chica de los ojos grandes y el joven de los ojos tristes me enamoraran. Sentí amor sin siquiera estarlo. Sentada en la clase e francés de esta tarde, entre un montón de gente inepta que probablemente no entendieron nada de la belleza de la película, sonreí como estúpida y aún sigo sin dejar de hacerlo.
En mi mente hay dos cosas justo ahora: Nino Quincampoix y "Que ojotes tiene Audrey Tautou!"
En mi mente hay dos cosas justo ahora: Nino Quincampoix y "Que ojotes tiene Audrey Tautou!"
"Sans toi, le bonheur d'ajourd'hui est la crasse d'hier"
jueves, mayo 14, 2009
No Tengo Voz Para Decirlo..
...Por eso vengo y te lo escribo.
Soy transparente.
Me puedes oler muy bien.
Desde que me presento,
No tengo que hablar para darme a entender.
Mis ojos te lo dicen todo.
Mi boca arrulla lo que pienso.
Sabrás que es lo que siento,
Con sólo tocar mi piel.
No muerdo, ni acaricio.
Sólo hiberno todo el tiempo,
En mi jaula de almohadas,
Dónde nadie sabe la verdad.
Me puedes oler muy bien.
Desde que me presento,
No tengo que hablar para darme a entender.
Mis ojos te lo dicen todo.
Mi boca arrulla lo que pienso.
Sabrás que es lo que siento,
Con sólo tocar mi piel.
No muerdo, ni acaricio.
Sólo hiberno todo el tiempo,
En mi jaula de almohadas,
Dónde nadie sabe la verdad.
No tengo voz para decirlo,
Por eso vengo y te lo escribo.
He deshonrado a mis principios.
Por eso vengo y te lo escribo.
He deshonrado a mis principios.
Nunca he tenido la furia de un león.
Siempre tomando el camino corto,
Como él me enseñó.
Siempre tomando el camino corto,
Como él me enseñó.
Bestia.Hello Seahorse
martes, mayo 12, 2009
Le Monde Est Déjà Mort
Cerrado, uno de los mejores bloggers que conosco (y no lo digo por que sea mi amigo) me preguntó hoy por Twitter que significa para mi ser blogger. Lo pensé por un rato y después le mandé tres tweets intentando explicar con menos de 150 letras algo tan complicado.
Nunca lo había pensado. Y ahora que lo hago, no me alcanza la noche para expresarlo. Lo primero que subí, fue un borrador que tenía escrito en una libreta vieja por ahí. Siempre he sido una persona con mucho que decir. No me puedo quedar callada y siempre encuentro la manera de hacer que la gente me escuche. Supongo que así nací, por que desde que tengo memoria, las personas me dicen "la niña ruidosa/dibujante/musical/(aquí un adjetivo de ese tipo)".
Hay quienes me preguntan que si no me molesta que la gente lea lo que escribo, que se enteren de mis cosas. La verdad es que no. Así como me leen aquí es como soy. Y la gente solo se entera hasta donde yo les permito.
El mundo afuera está muerto, junto con todos sus pobladores. Y este es como mi mundo extra donde yo mando, yo decido, yo digo quien si y quien no. Quienes lo encuentran lo toman como suyo, y pueden reirse, ya sea de mi o conmigo, pero al final del día, me escuchan (o me leen,más bien) , y de eso se trata. Yo necesito eso. Este blog es mi delgada línea roja. La muy, muy delgada línea entre la realidad y terminar en prisión o en el manicomnio.
No me importa si le gusta a la gente o no, o si me consideran Blogstar. Yo misma idolatro a gente con ese título y que son insensibles patanes o antisociales. Tengo lectores, pocos. Pero esos pocos son la razón por la cual ya llevo un año escribiendo aquí. Ellos, y mi cordura. De no ser por este pedazo de Internet que se me concedió, probablemente estaría volviéndome loca en estos momentos.
El tener un blog no es querer ser famoso, o querer llamar la atención. Es expresión, la más grande de ellas y se siente bien respirar sin cargar en los hombros algo que se puede disolver en letras y palabras.
Qué es para mi ser blogger? Fama? Para nada. Atención? Lo dudo muucho. Satisfacción personal, quizá. Desarrollar mis habilidades, si. Pero sobre todo, es mi personal manera de decirle al mundo: "Vales Madres!"
Nunca lo había pensado. Y ahora que lo hago, no me alcanza la noche para expresarlo. Lo primero que subí, fue un borrador que tenía escrito en una libreta vieja por ahí. Siempre he sido una persona con mucho que decir. No me puedo quedar callada y siempre encuentro la manera de hacer que la gente me escuche. Supongo que así nací, por que desde que tengo memoria, las personas me dicen "la niña ruidosa/dibujante/musical/(aquí un adjetivo de ese tipo)".
Hay quienes me preguntan que si no me molesta que la gente lea lo que escribo, que se enteren de mis cosas. La verdad es que no. Así como me leen aquí es como soy. Y la gente solo se entera hasta donde yo les permito.
El mundo afuera está muerto, junto con todos sus pobladores. Y este es como mi mundo extra donde yo mando, yo decido, yo digo quien si y quien no. Quienes lo encuentran lo toman como suyo, y pueden reirse, ya sea de mi o conmigo, pero al final del día, me escuchan (o me leen,más bien) , y de eso se trata. Yo necesito eso. Este blog es mi delgada línea roja. La muy, muy delgada línea entre la realidad y terminar en prisión o en el manicomnio.
No me importa si le gusta a la gente o no, o si me consideran Blogstar. Yo misma idolatro a gente con ese título y que son insensibles patanes o antisociales. Tengo lectores, pocos. Pero esos pocos son la razón por la cual ya llevo un año escribiendo aquí. Ellos, y mi cordura. De no ser por este pedazo de Internet que se me concedió, probablemente estaría volviéndome loca en estos momentos.
El tener un blog no es querer ser famoso, o querer llamar la atención. Es expresión, la más grande de ellas y se siente bien respirar sin cargar en los hombros algo que se puede disolver en letras y palabras.
Qué es para mi ser blogger? Fama? Para nada. Atención? Lo dudo muucho. Satisfacción personal, quizá. Desarrollar mis habilidades, si. Pero sobre todo, es mi personal manera de decirle al mundo: "Vales Madres!"
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existencialism in prom nights
I Love You From the Cheeks to the Nose to the Foot You Tap on the Floor
A continuación, un trivial suceso, como los otros que he narrado y narraré, sobre nuestras aburridas vidas. El aburrimiento de hoy ocurrió durante años mejores que estos, en una tarde típica en la universidad. Nunca le presté mucha atención a lo que Lietza me decía, hasta ese día.
Salí acalorada del edificio de idiomas. Para ser una tarde nublada, como las típicas tardes en la ciudad, hacía demasiado calor. Al pasar a toda prisa frente a una ventana, pude ver mi rostro enrojecido por el bochorno. Me pasé la mano para ver si así se quitaba un poco. Solo lo empeoré. Ya me habían dicho antes que las mejillas se me enrojecían con el frío o el calor. Osea, casi siempre estaban de un color rosa mexicano.
Me apresuré dentro de la biblioteca para escapar del calor y ver si así se me bajaba un poco el color. Refunfuñando quien-sabe-que-cosas me interné entre los estantes repletos de libros desde el piso hasta el techo y me paré justo debajo de una salida del aire acondicionado. Cerré los ojos y dejé que el aire me arrullara. Pronto iría a encontrar algún lugarcito afuera en el pasto y me quedaría dormida un rato. Primero aprovecharía para buscar unos libros que necesitaba.
Abri los ojos y busqué mis libros en menos de diez minutos. Me disponía a la huida cuando lo vi.
Sentadito como en la foto de un alumno prodigio. Usaba lentes de pasta negra gruesa, un poco más que los mios. El cabello alborotado y café claro. No separaba la mirada del libro que estaba leyendo. Era tan grueso como un diccionario enciclopédico, pero parecía fascinado por como sus ojos brillaban mientras recorrían hambrientos las líneas del texto. Ya me podía imaginar el tamaño diminuto de la letra y la miopía o atismatismo que esto le causaría.
-Qué nerdazo! - me dije a mi misma y salí sin más del edificio.
Unas semanas después, de vuelta a la biblioteca huyendo del calor como siempre, lo volví a ver. Los mismos lentes, el mismo cabello desaliñado, y si me hubiera fijado mejor la primera vez juraría que traía la misma ropa. No sé. Me dediqué a lo mio, de nuevo aproveché para buscar libros que necesitaba. Mientras la mujer de la entrada registraba los titulos, le eché una mirada rápida, solo para ver si el ente se movía en señal de que aún respiraba. Por una fracción de segundo me pareció que no respiraba, pero después movió torpemente una mano para cambiar la página de su enorme libro. Esta vez era uno más grande y lo leía con igual entusiasmo.
-Qué flojera! - salí corriendo pues ya me esperaban afuera para ir a no se donde a embrutecernos.
Siete días después, recién me habían encargado un trabajo y no podía esperar. La fecha límite era hasta dentro de dos meses, y nisiquiera era algo grande, pero últimamente me sentía muy responsable y hacía mis tareas por adelantado. Era medio día, la universidad estaba casi vacía. Además era viernes. Todos debían estar en casa, o en alguna clase, muchos ya estarían perdidos en alcohol a estas horas. Pero no, yo ahí estaba, en un bonito incio de fin de semana, dentro de una biblioteca. Sentí que me merecía un premio.
Entré, busqué mis libros y me senté en una mesita sin levantar la vista. Yo había ido ahí a trabajar y eso haría. Al parecer estaba desierto, nadie en su sano juicio iría a ese lugar en viernes. Buena cosa que yo ya había perdido el juicio hacía muchos años.
Levanté la cara solo para ver si alguien más compartía mi locura. Vacio. Rei para mi misma. Regresé la mirada a mi mesa y de nuevo, como me juré a mi misma, levanté los ojos por alguien por la última vez.
Entró, con su andar ligero que a cualquier otro le hubiera parecido encorvado y guandajo. Esa actitud relajada que se reflejaba desde como agachaba los hombros hasta la manera en que caminaba de forma automática hasta la estantería donde lo esperaba su libro de siempre. Se sentó en la misma mesa de hacía una semana, y hacía un mes, y hacía dos. Recargó todo su peso sobre un codo y apoyó su rostro cansado sobre esa mano mientras con la otra tocaba la portada del libro como si se tratara de una flor muy exquisita y delicada. Y entonces, como nunca antes en mi vida, deseé ser rosa, o violeta, o camelia.
Hojeó hasta encontrar la página amarillenta que ya había marcado hábilmente con un hilo rojo (arrancado de su camisa, supuse enseguida) y posó toda su atención sobre las letras y palabras. Por segunda vez en el día, deseé ser algo más. Me quedé mirándolo for the longest time, tanto que casi sentí que my eyes popped out.
Las horas pasaron así, y yo no podía superar la manera en que se acomodaba los lentes empujándolos hacia arriba con el dedo índice. O como arrugaba la nariz mientras leía (supuse que eran partes desagradables o aburridas o que simplemente no eran de su agrado), y entonces sentí la urgencia de saber que era lo que le gustaba o interesaba, que le causaba gracia, que lo hacía enojar. Obviamente me olvidé por completo del trabajo. Tanto, que faltando dos días para entregarlo decidí hacerlo en mi casa para evitarme distracciones.
Después de ese viernes la biblioteca era mi refugio. Ahí me escondía, si hacía calor, que bien. Si hacía frío, llevaba un sueter. Todos los demás pensaron que se trataba de un intento por mejorar calificaciones, y aunque no me iba nada mal, nadie notó mejora alguna en mis notas. Pronto comensaron a aburrirse de mis idas a ese edificio tan desconocido y místico para ellos. Pero no me importaba, yo solo quería saber del chico callado y pensativo de la tercera mesa, de derecha a izquierda.
Solía sentarme tres o cuatro mesas más atrás, lo suficientemente cerca para verle la cara, pero lo suficientemente lejos para que no se diera cuenta de que lo observaba. Llegué a sentirme como una acosadora, pero era imposible evitarlo.
Con el tiempo descubrí que el libro que tanto tiempo llevaba leyendo era una recopilación de literatura inglesa. Días después encontré el primer libro con el que lo vi, historia mundial. Un día, Martes, entró con audifonos. Por los leves movimientos de sus pies bajo la mesa y sus manos golpeteando suavemente sobre el libro, llegué a la conclusión de que escuchaba música que involucraba a un baterista. Quizá Rock, Jazz o Blues. Tuve el impulso de pararme e ir a hablar con el de bandas, pero me contuve.
Continué así el resto del semestre. Me perdí tanto que algunas personas con las que acostumbraba salir a parrandear dejaron de buscarme. Incluso terminé por cortar con mi novio. Pero claro, eso era más que obvio que pasaría. Y me quité un gran peso de encima. Pero con esa descarga, llegó una pesadez mayor. El chico simplemente no parecía notarme. Siempre ahí, sentado, leyendo, acomodándose los lentes, alborotándose el pelo con la mano. Casi inmovil, como sin respirar.
Me sentí una inútil, una estúpida... Pero lo pensé y decidí que no me importaba. Ultimamente el era mi desayuno, comida, y cena, hasta que él dejara la biblioteca y yo unos metros detrás de él. Llegó Diciembre. Era mi última oportunidad de verlo antes de irme a casa para vacaciones. Tenía demasiadas ganas de ver a Lietza, Mago, Felipe y Rafa. Pero una parte de mi, la más fuerte, quería quedarse colgada de la espalda de "mi nerd", como lo bauticé, aunque ya sabía que su nombre era Andrés.
Entré a la biblioteca, y no lo ví ahí. Me fui sintiendo una presión horrible en el pecho, sin esperar unos minutos a ver si llegaba. Sería la peor Navidad de todas, lo sabía.
Regresé a la Universidad. Había sido una buena Navidad. Buena comida, buena gente, buenos regalos, risas, abrazos. Casi de manera conciente había dejado a un lado al nerd. Pero en mi inconciente, estaba tan presente como el primer día.
Después de las clases de la mañana, mis pies me llevaron automáticamente a la biblioteca. Sin saber muy bien que hacía ahí, encontré una mesa y me senté. Escuchando música con mi reproductor, los sonidos del exterior eran casi mudos. Solo escuchaba la música y mi propia respiración. No tenía tareas ni examenes. Solo estaba ahí por que ahí había pensado en ir. La lista de reproducción aleatoria puso una canción que en ese entonces (y aún hoy en día) me encantaba. Me puse a tararearla en voz baja, conciente del lugar en donde me encontraba.
Unos dedos sobre mi hombro me sobresaltaron y me quité los audifonos. Levanté la cara y lo vi, frente a mi. Con todo y su cabello y sus lentes y su nariz que se arrugaba.
- Estás en mi silla.
Que debía decir!? Tenía la voz grave pero clara, profunda pero suave, y sus ojos eran de color miel, como la miel que saboreaba en mi boca en ese instante... CONCENTRATE! Me dije (grité) a mi misma.
- Lo... siento? - pero si no era SU silla! - Pero esta no es TU silla...
- Lo sé, pero es mi lugar. Creí que estaba claro.
- ...Además no tiene tu nombre en ningún... Claro? Que estaba claro?
- Pues que yo vengo aquí, todos los días de Lunes a Viernes, de 4 a 6pm, a leer mi literatura, y que tu vienes todos los días de Lunes a Viernes de 4 a 6pm y te sientas ayá - señaló la mesa que había soportado mi peso por casi cuatro meses - y te pones a leer, a escribir, o simplemente a mirarme.
... Y yo que pensaba que era una buena espía. Me quedé sin palabras (cosa casi tan rara como un eclipse solar), y solo se me ocurrió decir:
- Me gustan tus lentes - mientras sacaba los mios de su estuche y me los ponía para que viera que eran prácticamente iguales.
Se rio con un ruido profundo, como un "Hum Hum Hum" y se sentó frente a mi, del otro lado de la mesa. Tomó mi reproductor y comenzó a urgarlo. Yo no me sentí invadida ni ofendida, solo me limité a observarlo. Asintía de vez en cuando y se reía a veces. Una o dos veces arrugó la nariz y una sola vez se acomodó los entes que se resbalaban sobre su perfil largo y recto.
Hablamos y al final, los dos miramos el reloj colgado en la pared. Las 7:30pm. Se volvió a reir con sus Hums Hums y me dijo muy seguro:
- Nos vemos mañana - se fue con su andar enconrvado y me dejó sentada.
El nerdazo no tenía nada de nerd. Y lo demás, es historia.
Salí de la habitación con los ojos rojos por las ganas de llorar, pero mis pupilas estaban secas como piedra. Sin embargo, no podía dejar de sonreir. Me dejé caer sobre un bulto café, que supuse era un sofá, no me fijé bien. Cerrado era mi amigo, y ahora estaba muerto. Pero había hablado con él, y habíamos dicho todo.
De pronto la tristeza me golpeó. Todo el cansancio, todo el trabajo, la idea de no volver a reir los cinco juntos una vez al año en Central Park. Y en medio de mi tormenta, en la orilla vislumbré al faro, a mi puerto seguro.
Andrés puso su mano sobre mi espalda y me dijo al oido lo mismo que siempre me decía cuando sentía que me ahogaba.
En ese momento, di gracias a quien fuera que nos estuviera viendo ayá arriba (por que ahora gracias a Rafael sabía que si había alguien ayá), tomé de la mano a mi esposo y me uní a Mago, Lietza y Felipe en el velatorio. La vida había sido buena conmigo, y quería que siguiera siendo así.
Salí acalorada del edificio de idiomas. Para ser una tarde nublada, como las típicas tardes en la ciudad, hacía demasiado calor. Al pasar a toda prisa frente a una ventana, pude ver mi rostro enrojecido por el bochorno. Me pasé la mano para ver si así se quitaba un poco. Solo lo empeoré. Ya me habían dicho antes que las mejillas se me enrojecían con el frío o el calor. Osea, casi siempre estaban de un color rosa mexicano.
Me apresuré dentro de la biblioteca para escapar del calor y ver si así se me bajaba un poco el color. Refunfuñando quien-sabe-que-cosas me interné entre los estantes repletos de libros desde el piso hasta el techo y me paré justo debajo de una salida del aire acondicionado. Cerré los ojos y dejé que el aire me arrullara. Pronto iría a encontrar algún lugarcito afuera en el pasto y me quedaría dormida un rato. Primero aprovecharía para buscar unos libros que necesitaba.
Abri los ojos y busqué mis libros en menos de diez minutos. Me disponía a la huida cuando lo vi.
Sentadito como en la foto de un alumno prodigio. Usaba lentes de pasta negra gruesa, un poco más que los mios. El cabello alborotado y café claro. No separaba la mirada del libro que estaba leyendo. Era tan grueso como un diccionario enciclopédico, pero parecía fascinado por como sus ojos brillaban mientras recorrían hambrientos las líneas del texto. Ya me podía imaginar el tamaño diminuto de la letra y la miopía o atismatismo que esto le causaría.
-Qué nerdazo! - me dije a mi misma y salí sin más del edificio.
Unas semanas después, de vuelta a la biblioteca huyendo del calor como siempre, lo volví a ver. Los mismos lentes, el mismo cabello desaliñado, y si me hubiera fijado mejor la primera vez juraría que traía la misma ropa. No sé. Me dediqué a lo mio, de nuevo aproveché para buscar libros que necesitaba. Mientras la mujer de la entrada registraba los titulos, le eché una mirada rápida, solo para ver si el ente se movía en señal de que aún respiraba. Por una fracción de segundo me pareció que no respiraba, pero después movió torpemente una mano para cambiar la página de su enorme libro. Esta vez era uno más grande y lo leía con igual entusiasmo.
-Qué flojera! - salí corriendo pues ya me esperaban afuera para ir a no se donde a embrutecernos.
Siete días después, recién me habían encargado un trabajo y no podía esperar. La fecha límite era hasta dentro de dos meses, y nisiquiera era algo grande, pero últimamente me sentía muy responsable y hacía mis tareas por adelantado. Era medio día, la universidad estaba casi vacía. Además era viernes. Todos debían estar en casa, o en alguna clase, muchos ya estarían perdidos en alcohol a estas horas. Pero no, yo ahí estaba, en un bonito incio de fin de semana, dentro de una biblioteca. Sentí que me merecía un premio.
Entré, busqué mis libros y me senté en una mesita sin levantar la vista. Yo había ido ahí a trabajar y eso haría. Al parecer estaba desierto, nadie en su sano juicio iría a ese lugar en viernes. Buena cosa que yo ya había perdido el juicio hacía muchos años.
Levanté la cara solo para ver si alguien más compartía mi locura. Vacio. Rei para mi misma. Regresé la mirada a mi mesa y de nuevo, como me juré a mi misma, levanté los ojos por alguien por la última vez.
Entró, con su andar ligero que a cualquier otro le hubiera parecido encorvado y guandajo. Esa actitud relajada que se reflejaba desde como agachaba los hombros hasta la manera en que caminaba de forma automática hasta la estantería donde lo esperaba su libro de siempre. Se sentó en la misma mesa de hacía una semana, y hacía un mes, y hacía dos. Recargó todo su peso sobre un codo y apoyó su rostro cansado sobre esa mano mientras con la otra tocaba la portada del libro como si se tratara de una flor muy exquisita y delicada. Y entonces, como nunca antes en mi vida, deseé ser rosa, o violeta, o camelia.
Hojeó hasta encontrar la página amarillenta que ya había marcado hábilmente con un hilo rojo (arrancado de su camisa, supuse enseguida) y posó toda su atención sobre las letras y palabras. Por segunda vez en el día, deseé ser algo más. Me quedé mirándolo for the longest time, tanto que casi sentí que my eyes popped out.
Las horas pasaron así, y yo no podía superar la manera en que se acomodaba los lentes empujándolos hacia arriba con el dedo índice. O como arrugaba la nariz mientras leía (supuse que eran partes desagradables o aburridas o que simplemente no eran de su agrado), y entonces sentí la urgencia de saber que era lo que le gustaba o interesaba, que le causaba gracia, que lo hacía enojar. Obviamente me olvidé por completo del trabajo. Tanto, que faltando dos días para entregarlo decidí hacerlo en mi casa para evitarme distracciones.
Después de ese viernes la biblioteca era mi refugio. Ahí me escondía, si hacía calor, que bien. Si hacía frío, llevaba un sueter. Todos los demás pensaron que se trataba de un intento por mejorar calificaciones, y aunque no me iba nada mal, nadie notó mejora alguna en mis notas. Pronto comensaron a aburrirse de mis idas a ese edificio tan desconocido y místico para ellos. Pero no me importaba, yo solo quería saber del chico callado y pensativo de la tercera mesa, de derecha a izquierda.
Solía sentarme tres o cuatro mesas más atrás, lo suficientemente cerca para verle la cara, pero lo suficientemente lejos para que no se diera cuenta de que lo observaba. Llegué a sentirme como una acosadora, pero era imposible evitarlo.
Con el tiempo descubrí que el libro que tanto tiempo llevaba leyendo era una recopilación de literatura inglesa. Días después encontré el primer libro con el que lo vi, historia mundial. Un día, Martes, entró con audifonos. Por los leves movimientos de sus pies bajo la mesa y sus manos golpeteando suavemente sobre el libro, llegué a la conclusión de que escuchaba música que involucraba a un baterista. Quizá Rock, Jazz o Blues. Tuve el impulso de pararme e ir a hablar con el de bandas, pero me contuve.
Continué así el resto del semestre. Me perdí tanto que algunas personas con las que acostumbraba salir a parrandear dejaron de buscarme. Incluso terminé por cortar con mi novio. Pero claro, eso era más que obvio que pasaría. Y me quité un gran peso de encima. Pero con esa descarga, llegó una pesadez mayor. El chico simplemente no parecía notarme. Siempre ahí, sentado, leyendo, acomodándose los lentes, alborotándose el pelo con la mano. Casi inmovil, como sin respirar.
Me sentí una inútil, una estúpida... Pero lo pensé y decidí que no me importaba. Ultimamente el era mi desayuno, comida, y cena, hasta que él dejara la biblioteca y yo unos metros detrás de él. Llegó Diciembre. Era mi última oportunidad de verlo antes de irme a casa para vacaciones. Tenía demasiadas ganas de ver a Lietza, Mago, Felipe y Rafa. Pero una parte de mi, la más fuerte, quería quedarse colgada de la espalda de "mi nerd", como lo bauticé, aunque ya sabía que su nombre era Andrés.
Entré a la biblioteca, y no lo ví ahí. Me fui sintiendo una presión horrible en el pecho, sin esperar unos minutos a ver si llegaba. Sería la peor Navidad de todas, lo sabía.
Regresé a la Universidad. Había sido una buena Navidad. Buena comida, buena gente, buenos regalos, risas, abrazos. Casi de manera conciente había dejado a un lado al nerd. Pero en mi inconciente, estaba tan presente como el primer día.
Después de las clases de la mañana, mis pies me llevaron automáticamente a la biblioteca. Sin saber muy bien que hacía ahí, encontré una mesa y me senté. Escuchando música con mi reproductor, los sonidos del exterior eran casi mudos. Solo escuchaba la música y mi propia respiración. No tenía tareas ni examenes. Solo estaba ahí por que ahí había pensado en ir. La lista de reproducción aleatoria puso una canción que en ese entonces (y aún hoy en día) me encantaba. Me puse a tararearla en voz baja, conciente del lugar en donde me encontraba.
Unos dedos sobre mi hombro me sobresaltaron y me quité los audifonos. Levanté la cara y lo vi, frente a mi. Con todo y su cabello y sus lentes y su nariz que se arrugaba.
- Estás en mi silla.
Que debía decir!? Tenía la voz grave pero clara, profunda pero suave, y sus ojos eran de color miel, como la miel que saboreaba en mi boca en ese instante... CONCENTRATE! Me dije (grité) a mi misma.
- Lo... siento? - pero si no era SU silla! - Pero esta no es TU silla...
- Lo sé, pero es mi lugar. Creí que estaba claro.
- ...Además no tiene tu nombre en ningún... Claro? Que estaba claro?
- Pues que yo vengo aquí, todos los días de Lunes a Viernes, de 4 a 6pm, a leer mi literatura, y que tu vienes todos los días de Lunes a Viernes de 4 a 6pm y te sientas ayá - señaló la mesa que había soportado mi peso por casi cuatro meses - y te pones a leer, a escribir, o simplemente a mirarme.
... Y yo que pensaba que era una buena espía. Me quedé sin palabras (cosa casi tan rara como un eclipse solar), y solo se me ocurrió decir:
- Me gustan tus lentes - mientras sacaba los mios de su estuche y me los ponía para que viera que eran prácticamente iguales.
Se rio con un ruido profundo, como un "Hum Hum Hum" y se sentó frente a mi, del otro lado de la mesa. Tomó mi reproductor y comenzó a urgarlo. Yo no me sentí invadida ni ofendida, solo me limité a observarlo. Asintía de vez en cuando y se reía a veces. Una o dos veces arrugó la nariz y una sola vez se acomodó los entes que se resbalaban sobre su perfil largo y recto.
Hablamos y al final, los dos miramos el reloj colgado en la pared. Las 7:30pm. Se volvió a reir con sus Hums Hums y me dijo muy seguro:
- Nos vemos mañana - se fue con su andar enconrvado y me dejó sentada.
El nerdazo no tenía nada de nerd. Y lo demás, es historia.
Salí de la habitación con los ojos rojos por las ganas de llorar, pero mis pupilas estaban secas como piedra. Sin embargo, no podía dejar de sonreir. Me dejé caer sobre un bulto café, que supuse era un sofá, no me fijé bien. Cerrado era mi amigo, y ahora estaba muerto. Pero había hablado con él, y habíamos dicho todo.
De pronto la tristeza me golpeó. Todo el cansancio, todo el trabajo, la idea de no volver a reir los cinco juntos una vez al año en Central Park. Y en medio de mi tormenta, en la orilla vislumbré al faro, a mi puerto seguro.
Andrés puso su mano sobre mi espalda y me dijo al oido lo mismo que siempre me decía cuando sentía que me ahogaba.
En ese momento, di gracias a quien fuera que nos estuviera viendo ayá arriba (por que ahora gracias a Rafael sabía que si había alguien ayá), tomé de la mano a mi esposo y me uní a Mago, Lietza y Felipe en el velatorio. La vida había sido buena conmigo, y quería que siguiera siendo así.
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Loves like these..,
That's why it's good to be ME
jueves, mayo 07, 2009
La Gente es una GRAN Masa de Mierda (Y Yo También) o Mi Lista de Enemigos Públicos
No sé, una vez más, estoy aquí para escribir de lo mucho que odio a la gente. Pero no solo a la gente en general, no. Yo los odio a todos y cada uno de ustedes de manera individual y personal, administrando cada centímetro cúbico de odio que cabe en mi cuerpo entre cada ser no-pensante que existe sobre este planeta. No puedo decir que los odio a todos por igual, por que la verdad es que hay gente que se gana a pulso el ser odiados. Existen quienes solo odio por simple hecho de respirar.
La verdad es que no estoy muy inspirada hoy, pero si tenía ganas de escribir, así que dejo la lista de gente/ser vivo/entidad (que ninguno de estos últimos necesariamente son seres pensantes con capacidad de razocinio. Es más, dudo que hayan evolucionado como el resto de los homosapiens normales -pocos) a la que odio, ordenados de manera descendente (osea, del que menos odio al que más ganas me da de vomitar y morir):
10.- Mago: no la odio en realidad, solo me saca de quisio a veces por ser tan rica y lenta.
9.- Paty Chapoy: me caga su pinche voz de pito, y que critique a la gente. Ya se que ese es su trabajo, pero no mams, una momia de 3000 años no debería de andar sola por las calles de DF.
8.- Aquamugre (o aromatizante automático): es ese castroso aparatejo del diablo que aromatiza tu hogar cada determinado tiempo. Es horrible pues nadie (nadie normal) lleva la cuenta exacta de cuanto tiempo falta para que esa basura vuelva a aventar su líquido letal con ese ruidito odioso que siempre hace que me cague de miedo. Juro que el primer mes que estuvo en mi casa, pensé que era alguien que me hacía "Tssss Tssss!" cuando me bañaba, cuando dormía, cuando comía...
7.- Los correos de Facebook (esto es, la gente pendeja sin amor que se la vive comentando la misma pinche foto fea una y otra vez): de estos pendejos ni hablo.
6.- RBD: son el fiasco más grande de la vida y la cagada más grande de Dios (junto con LinMay). Yo sé que en algún lado, Dios se esta escondiendo abajo de una cama, llorando y lamentandose del microsegundo de estupidez en el que se le ocurrió concebir a esta manada de perritas falderas.
5.- Tokio Hotel: aaaay Dios Dios... como que la andas cagado mucho ultimamente, eeeeh pillín! Miren nadamás a este baboso:
Es Belinda, por el amor al cielo! Solo que más (asco, se me pudren los dedos al escribir esto) "gótica" y bonita. Osea, todas ustedes niñas imbéciles que escuchaban a RBD pero ahora escuchan a TokioHotel para no sentirse tan sucias y ahora decirle a la gente que son bien emo y rockers y que mueren por tener un pedazo del andrógino cuerpo de este ser, han estado enamoradas todo este tiempo de un clon malformado y con retraso de Belinda. Shame on you!
4.- El Reggeatton (si, todo en general, tooodo) que asco me dan los hombres que traen su celular asquerosamente repleto de esta mierda, pero más repulsión me causan las mujeres que les bailan en las piernas al... ritmo? de esta basura.
3.- Camila (el grupito musical) no es nada contra ellos, simplemente no me pasan.
2.- TODAS las películas de Fast&Furious, hasta la de Tokio (Hotel... brrrrr!) que basura! quien quiere pagar 50 pesos por ir a un cine a ver a un monton de weyes que escuchan reggeatton/hiphop y se fajan con viejas pendejas mientras corren en sus carros nacamente pintados con relámpagos y otras estupideces que solo a ellos se les podrían ocurrir!? Preferiría meter la cabeza dentro de la cubeta de palomitas y morir asfixiada entre mantequilla y sal antesde soportar un minuto de esa basca.
1.- Fake Friends o Wannabes: son lo más repulsivo que hay en el mundo, no hay nada peor y en verdad, si pudiera, los mataría a todos... Son engañosos, falsos, huecos, hipócritas y castrantes. Los odio más que a nada en el mundo y ojala algún día todos ellos estén en una convención de pendejos y que llegue un meteorito y se estrelle y todos mueran ahí.
Y ya me enojé, así es que adiós!
La verdad es que no estoy muy inspirada hoy, pero si tenía ganas de escribir, así que dejo la lista de gente/ser vivo/entidad (que ninguno de estos últimos necesariamente son seres pensantes con capacidad de razocinio. Es más, dudo que hayan evolucionado como el resto de los homosapiens normales -pocos) a la que odio, ordenados de manera descendente (osea, del que menos odio al que más ganas me da de vomitar y morir):
10.- Mago: no la odio en realidad, solo me saca de quisio a veces por ser tan rica y lenta.
9.- Paty Chapoy: me caga su pinche voz de pito, y que critique a la gente. Ya se que ese es su trabajo, pero no mams, una momia de 3000 años no debería de andar sola por las calles de DF.
8.- Aquamugre (o aromatizante automático): es ese castroso aparatejo del diablo que aromatiza tu hogar cada determinado tiempo. Es horrible pues nadie (nadie normal) lleva la cuenta exacta de cuanto tiempo falta para que esa basura vuelva a aventar su líquido letal con ese ruidito odioso que siempre hace que me cague de miedo. Juro que el primer mes que estuvo en mi casa, pensé que era alguien que me hacía "Tssss Tssss!" cuando me bañaba, cuando dormía, cuando comía...
7.- Los correos de Facebook (esto es, la gente pendeja sin amor que se la vive comentando la misma pinche foto fea una y otra vez): de estos pendejos ni hablo.
6.- RBD: son el fiasco más grande de la vida y la cagada más grande de Dios (junto con LinMay). Yo sé que en algún lado, Dios se esta escondiendo abajo de una cama, llorando y lamentandose del microsegundo de estupidez en el que se le ocurrió concebir a esta manada de perritas falderas.
5.- Tokio Hotel: aaaay Dios Dios... como que la andas cagado mucho ultimamente, eeeeh pillín! Miren nadamás a este baboso:
Es Belinda, por el amor al cielo! Solo que más (asco, se me pudren los dedos al escribir esto) "gótica" y bonita. Osea, todas ustedes niñas imbéciles que escuchaban a RBD pero ahora escuchan a TokioHotel para no sentirse tan sucias y ahora decirle a la gente que son bien emo y rockers y que mueren por tener un pedazo del andrógino cuerpo de este ser, han estado enamoradas todo este tiempo de un clon malformado y con retraso de Belinda. Shame on you!
4.- El Reggeatton (si, todo en general, tooodo) que asco me dan los hombres que traen su celular asquerosamente repleto de esta mierda, pero más repulsión me causan las mujeres que les bailan en las piernas al... ritmo? de esta basura.
3.- Camila (el grupito musical) no es nada contra ellos, simplemente no me pasan.
2.- TODAS las películas de Fast&Furious, hasta la de Tokio (Hotel... brrrrr!) que basura! quien quiere pagar 50 pesos por ir a un cine a ver a un monton de weyes que escuchan reggeatton/hiphop y se fajan con viejas pendejas mientras corren en sus carros nacamente pintados con relámpagos y otras estupideces que solo a ellos se les podrían ocurrir!? Preferiría meter la cabeza dentro de la cubeta de palomitas y morir asfixiada entre mantequilla y sal antesde soportar un minuto de esa basca.
1.- Fake Friends o Wannabes: son lo más repulsivo que hay en el mundo, no hay nada peor y en verdad, si pudiera, los mataría a todos... Son engañosos, falsos, huecos, hipócritas y castrantes. Los odio más que a nada en el mundo y ojala algún día todos ellos estén en una convención de pendejos y que llegue un meteorito y se estrelle y todos mueran ahí.
Y ya me enojé, así es que adiós!
lunes, mayo 04, 2009
Trivialidades, Bodas y Waffles
Esto ocurrió varios años antes de la muerte de Cerrado. Es una de las tantas anécdotas dignas de contar. En esta no pasa nada raro o sobrenatural, no hay gente hablando sola, ni cadáveres que hablan. Es solo algo trivial, típico de nosotros. Enjoy.
El novio no dejaba de moverse. No tengo ultra visión ni nada por el estilo, pero juro que vi desde el otro lado de la iglesia como se le saltaba una vena en la frente. Mi naturaleza neurótica me tenía a mi más estresada que a la misma novia. No contestaba al celular, como era su costumbre. Volví a intentar. Tono de marcado... Nada.
De nuevo. Tono... y vaya! Por fin contestó. Su voz se escuchaba calmada, pero con un pequeño ápice de nerviosismo.
- Wey, la cagas. Tu propia boda!
- Mames, el tráfico está cabrón.
- Me vale, es tu pinche boda y yo estoy peor que novia de rancho que se comió la torta antes de tiempo.
- Haha, mamona...
- Tu wey! Apurate que se te va el novio!
- Si si si, ya voy! Nos vemos en diez.
- Ok... Y Lietza...
- Mande...
- No intentes huir.
Colgó con una risilla. Guardé el celular habilmente entre los dobleces de mi vestido y me acomodé el outfit por centésima vez. Ni siquiera en mi propia boda había estado tan nerviosa.
Lietza siempre había dicho que yo era el tipo de personas que conseguría un novio en la universidad, duraríamos toda la carrera y después nos casaríamos. No se equivocó. Era perfecto, todo tan perfecto que hacía que mis ojos saltaran fuera de sus orbitas. Como dicen en inglés? Ah si si, my eyes popped out!
Me asomé por la puerta. Recorrí con la vista a todos los invitados sentados en las incómodas banquitas de la iglesia. Algunos moviendose incómodos, otros dormidos, y unos cuantos (del lado de la novia) platicando y bromeando. Decidí revisar al novio, solo par asegurarme de que ahi siguiera. Nuestras miradas se encontraron justo en el centro. El me miraba parte desesperado, parte deprimido, y una parte, la mas grande de las tres, era como de locura y rabia.
Mi mirada fue un "Lo siento" débil. Del otro lado, sentí la mirada furiosa de la Morsa, el papá de Lietza, sobre mi. Probablemente pensaba que su hija había decidido escapar y que yo la estaba encubriendo. Cerré la puerta antes de que alguien más me mirara feamente.
Me di media vuelta, y ahí vi a Mago, en una esquina, hecha un manojo de nervios, llorando histéricamente.
- Y que pasa si le pasó algo, Marie? Qué hacemos!? Yo no quiero decirle al novio que ya es viudo antes de ser casado! No puedo! Como le digo: Hola, que crees, Lietza se murió y dce que no va a venir!?? No no no no... - gemido y luego palabras que no entendí - muerte!
- Mago cál-ma-te!¬¬ Te necesito entera para esto. No me puedes dejar sola. Respira!
En eso, como trueno, sudando y temblando de exitación, entra Lietza al recibidor.
- Maquillaje exprés!
Le caimos encima como buitres, pero el resultado no fue un cadaver descarnado y deforme. Era... hermoso, mi creación más mágica. Mi Opera Prima. Mago balbuceó algo que no entendí, como de costumbre, y sin más, la empujé por la puerta hacia el pasillo.
La marcha de Wagner comenzó a sonar mientras la gente se volteaba para ver. Mago seguía lloriqueando. La Morsa estaba más roja que de costumbre. Mientras caminaba con las demás damas, entre las caras de los invitados pude distinguir a unos cuantos buenos amigos. Luego, a personas que no creí ver ahí. Me reí para mis adentros y seguí caminando.
Fue una ceremonia larga, lenta y un poco cursi. Fue una buena boda.
A la salida de la iglesia, Felipe y Rafa estaban en muy buena disposición con el arroz y se lo arrojaron a Lietza a la cara con más fuerza de la necesaria. El recién esposo los miró con ojos de pistola, pero al ver a su esposa reir, se le olvidó todo.
En la recepción, tocó la mejor orquesta. La comida fue excelente. Y la decoración era hermosa. Ahí tuvimos complicaciones ya que Lietza había puesto a mi mamá como encargada de la decoración, pero la gente del salón no compartía la visión bohemia de mi madre de poner una plataforma de plexiglass sobre la piscina para que la gente pudiera bailar sobre ella, mietras por debajo flotaban velas en forma de flores de colores. Era una buena idea, lástima.
Llegó la hora del brindis. Y, aunque Rafa insistía en que no le importaba no haber hablado, tomó una copa (vacía por que ya se había acabado con Felipe las cinco botellas que les habían llevado a su mesa) y se levantó de la mesa.
- Amigosss! - hipo chistoso - amiga - dijo mirando a Lietza con condescendencia y ternura - hoy es tu día. Hoy, eres una mujer. No por que tengas más de quince años - hipo y una mirada nerviosa al novio - tampoco digo que te veas de más de quince años... y tampoco digo que tu esposo sea un pedófilo... Naaaah, para nadaaa! Lo que intento decir, es que hoy eres una mujer, hecha y derecha, indepenfff... indepdddd... perrrrdón... in-de-pen-dien-te-men-te de la noche de bodasssss, y tampoco digo que...
- Gracias Rafa. Ve a sentarte - intenté quitarle el micrófono, pero se aferraba como a su vida misma.
- Una última cosa, mujer- me dijo ofendido y se volteó hacia los novios - Lietza, de todo corazón, chinga a tu madre.
- Si Rafa si ¬¬. - lo mandé a su mesa donde Felipe ya lo esperaba con otra botella de quien sabe que.
Le dediqué a los novios el discurso más lacrimógeno y cursi que pude escribir jamás, desempolvando mis habilidades de blogger que no usaba en años.
Después el discurso del padrino. Felipe también intentó balbucear algo, pero lo dejó por la paz.Y Mago, incapaz de dejar de llorar, no se animó.
La fiesta acabó a eso de las 5am. Lietza y su nuevo marido se habían ido como a las 3am para cambiarse y subir las maletas al auto. En un mismo carro nos fuimos Cerrado, Felipe, Mago y yo hasta el aeropuerto.
Llegamos tarde gracias a que Rafa y yo discutimos por quien manejaría. Al final, como era el Mercedez de Mago, ella lo manejó. Por la seguridad de todos. Al llegar a las salidas internacionales, solo alcanzamos a ver una mano ondeando entre la gente, despidiendose de quien sabe quien. Nosotros nos adueñamos de ella.
Salimos molidos, golpeados, mojados, peleados, ebrios y con los pies hinchados. Nos quedamos los cuatro ahí parados bajo el frío de la noche de Dublin en silencio. Alguien habló. Estaba tan cansada (ebria) que no reconocí muy bien la voz. Creo que fue Cerrado.
Cerrado: Quien - hipo de ebrio feliz - quiere Waffles!??
Felipe: Yyyyoooo!!
Marie: Pero sin plátano,eeeeh! ¬¬
Cerrado: Culera haha!
Felipe: giggle giggle
Mago: No entendí!!
Nos subimos los cuatro al Mercedez y manejamos dentro de la noche hasta encontrar una cocina con wafflera para preparar waffles.
El novio no dejaba de moverse. No tengo ultra visión ni nada por el estilo, pero juro que vi desde el otro lado de la iglesia como se le saltaba una vena en la frente. Mi naturaleza neurótica me tenía a mi más estresada que a la misma novia. No contestaba al celular, como era su costumbre. Volví a intentar. Tono de marcado... Nada.
De nuevo. Tono... y vaya! Por fin contestó. Su voz se escuchaba calmada, pero con un pequeño ápice de nerviosismo.
- Wey, la cagas. Tu propia boda!
- Mames, el tráfico está cabrón.
- Me vale, es tu pinche boda y yo estoy peor que novia de rancho que se comió la torta antes de tiempo.
- Haha, mamona...
- Tu wey! Apurate que se te va el novio!
- Si si si, ya voy! Nos vemos en diez.
- Ok... Y Lietza...
- Mande...
- No intentes huir.
Colgó con una risilla. Guardé el celular habilmente entre los dobleces de mi vestido y me acomodé el outfit por centésima vez. Ni siquiera en mi propia boda había estado tan nerviosa.
Lietza siempre había dicho que yo era el tipo de personas que conseguría un novio en la universidad, duraríamos toda la carrera y después nos casaríamos. No se equivocó. Era perfecto, todo tan perfecto que hacía que mis ojos saltaran fuera de sus orbitas. Como dicen en inglés? Ah si si, my eyes popped out!
Me asomé por la puerta. Recorrí con la vista a todos los invitados sentados en las incómodas banquitas de la iglesia. Algunos moviendose incómodos, otros dormidos, y unos cuantos (del lado de la novia) platicando y bromeando. Decidí revisar al novio, solo par asegurarme de que ahi siguiera. Nuestras miradas se encontraron justo en el centro. El me miraba parte desesperado, parte deprimido, y una parte, la mas grande de las tres, era como de locura y rabia.
Mi mirada fue un "Lo siento" débil. Del otro lado, sentí la mirada furiosa de la Morsa, el papá de Lietza, sobre mi. Probablemente pensaba que su hija había decidido escapar y que yo la estaba encubriendo. Cerré la puerta antes de que alguien más me mirara feamente.
Me di media vuelta, y ahí vi a Mago, en una esquina, hecha un manojo de nervios, llorando histéricamente.
- Y que pasa si le pasó algo, Marie? Qué hacemos!? Yo no quiero decirle al novio que ya es viudo antes de ser casado! No puedo! Como le digo: Hola, que crees, Lietza se murió y dce que no va a venir!?? No no no no... - gemido y luego palabras que no entendí - muerte!
- Mago cál-ma-te!¬¬ Te necesito entera para esto. No me puedes dejar sola. Respira!
En eso, como trueno, sudando y temblando de exitación, entra Lietza al recibidor.
- Maquillaje exprés!
Le caimos encima como buitres, pero el resultado no fue un cadaver descarnado y deforme. Era... hermoso, mi creación más mágica. Mi Opera Prima. Mago balbuceó algo que no entendí, como de costumbre, y sin más, la empujé por la puerta hacia el pasillo.
La marcha de Wagner comenzó a sonar mientras la gente se volteaba para ver. Mago seguía lloriqueando. La Morsa estaba más roja que de costumbre. Mientras caminaba con las demás damas, entre las caras de los invitados pude distinguir a unos cuantos buenos amigos. Luego, a personas que no creí ver ahí. Me reí para mis adentros y seguí caminando.
Fue una ceremonia larga, lenta y un poco cursi. Fue una buena boda.
A la salida de la iglesia, Felipe y Rafa estaban en muy buena disposición con el arroz y se lo arrojaron a Lietza a la cara con más fuerza de la necesaria. El recién esposo los miró con ojos de pistola, pero al ver a su esposa reir, se le olvidó todo.
En la recepción, tocó la mejor orquesta. La comida fue excelente. Y la decoración era hermosa. Ahí tuvimos complicaciones ya que Lietza había puesto a mi mamá como encargada de la decoración, pero la gente del salón no compartía la visión bohemia de mi madre de poner una plataforma de plexiglass sobre la piscina para que la gente pudiera bailar sobre ella, mietras por debajo flotaban velas en forma de flores de colores. Era una buena idea, lástima.
Llegó la hora del brindis. Y, aunque Rafa insistía en que no le importaba no haber hablado, tomó una copa (vacía por que ya se había acabado con Felipe las cinco botellas que les habían llevado a su mesa) y se levantó de la mesa.
- Amigosss! - hipo chistoso - amiga - dijo mirando a Lietza con condescendencia y ternura - hoy es tu día. Hoy, eres una mujer. No por que tengas más de quince años - hipo y una mirada nerviosa al novio - tampoco digo que te veas de más de quince años... y tampoco digo que tu esposo sea un pedófilo... Naaaah, para nadaaa! Lo que intento decir, es que hoy eres una mujer, hecha y derecha, indepenfff... indepdddd... perrrrdón... in-de-pen-dien-te-men-te de la noche de bodasssss, y tampoco digo que...
- Gracias Rafa. Ve a sentarte - intenté quitarle el micrófono, pero se aferraba como a su vida misma.
- Una última cosa, mujer- me dijo ofendido y se volteó hacia los novios - Lietza, de todo corazón, chinga a tu madre.
- Si Rafa si ¬¬. - lo mandé a su mesa donde Felipe ya lo esperaba con otra botella de quien sabe que.
Le dediqué a los novios el discurso más lacrimógeno y cursi que pude escribir jamás, desempolvando mis habilidades de blogger que no usaba en años.
Después el discurso del padrino. Felipe también intentó balbucear algo, pero lo dejó por la paz.Y Mago, incapaz de dejar de llorar, no se animó.
La fiesta acabó a eso de las 5am. Lietza y su nuevo marido se habían ido como a las 3am para cambiarse y subir las maletas al auto. En un mismo carro nos fuimos Cerrado, Felipe, Mago y yo hasta el aeropuerto.
Llegamos tarde gracias a que Rafa y yo discutimos por quien manejaría. Al final, como era el Mercedez de Mago, ella lo manejó. Por la seguridad de todos. Al llegar a las salidas internacionales, solo alcanzamos a ver una mano ondeando entre la gente, despidiendose de quien sabe quien. Nosotros nos adueñamos de ella.
Salimos molidos, golpeados, mojados, peleados, ebrios y con los pies hinchados. Nos quedamos los cuatro ahí parados bajo el frío de la noche de Dublin en silencio. Alguien habló. Estaba tan cansada (ebria) que no reconocí muy bien la voz. Creo que fue Cerrado.
Cerrado: Quien - hipo de ebrio feliz - quiere Waffles!??
Felipe: Yyyyoooo!!
Marie: Pero sin plátano,eeeeh! ¬¬
Cerrado: Culera haha!
Felipe: giggle giggle
Mago: No entendí!!
Nos subimos los cuatro al Mercedez y manejamos dentro de la noche hasta encontrar una cocina con wafflera para preparar waffles.
viernes, mayo 01, 2009
Queso Caducado
Me giré sobre la cama y choqué contra algo. Un cuerpo. Este pasó un lago brazo sobre mi tronco y me dijo algo como, "vuelve a dormir" con una voz grave y reconfortante.
Después me levanté y me asomé a la ventana. Un hombre parado en la esquina me saludó. Volteé a ver la cama, y la persona que estaba ahí había desaparecido.
La mañana siguiente, fui al aeropuerto. Era de madrugada. Ahí conocí a un tipo que intentó ser amable conmigo, pero mi naturaleza me hizo ser mal pedo con el. Abordamos el avión, el cual casi se cae. Llegamos al aeropuerto de Londres y ahí tomé un taxi, ya que nadie me pasó a recoger.
Llegué a un edificio enorme y blanco, con una puerta negra gigante. Intenté abrir pero nadie contestó a mi llamado. Esperé ahí sentada un buen rato. De repente, llegaron tres carros, todos negros y brillantes. Era obvio que el segundo carro, que iba entre dos camionetas, era el importante. Se abrió la ventanilla automática y una voz de mujer salió de el. Me dijo que subiera al auto y que mi papá nos esperaba en otro lado.
Obedecí y me llevaron a otro edificio más grande aún, con rejas eléctricas y muchas cosas extrañas. En el reibidor me encotré con un wey que al parecer ya me conocía. Habló, habló y habló hasta que la misma mujer rubia del auto me llamó. Entré a un despacho y ahí estaba el Primer Ministro de Inglaterra, un hombre de edad, poderoso a simple vista y también muy bonachon. Me ofreció una taza de té, pero se la cambié por café. Entró a la habitación con una charola el mismo tipo del aeropuerto. Sin querer casi hago que pierda su trabajo.
Minutos después llegó mi papá todo golpeado con una historia de como había caido en la ducha, algo típico de él, así que nadie más hizo preguntas.
Fuera del despacho del ministro, tuve un encontronazo con el wey ese del aeropuerto y del café, que resultó llamarse ___. Luego fui a casa con mi papá.
De repente, todo estaba cubierto con nieve y hacía un frío de la chingada. Llamaron a la puerta, abrí y era ___, me dijo que tenía que ir con él, que habían descubierto que era un clon y que su papá (el ministro) estaba en peligro.
Nos subimos a un carro y salimos hechos la madre. Nos venían persiguiendo unos tipos. ___ se estacionó y nos internamos en el bosque. Perdimos a los que nos perseguian, pero también nos perdimos nosotros. Ahí muertos de frío, yo de miedo, en pleno bosque, confesamos abiertamente nuestro amor.
No tengo idea de como salimo del bosque. Llegamos a un laboratorio donde vimos como todo era una conspiración para que los demás países ya no tuvieran que comprar petróleo de México (hahaha), asesinando al representante de Pemex internacionalmente (osea mi papá... que diantres!?). No entendí que tenían que ver clones con todo esto pero bueeeenoo... El ministro no estaba en peligro, era parte del plan.
Nos encontraron. Se llevaron a ___ a no se donde y el chiste es que casi morimos todos pero a la hora, el clon defectuoso de ___ hizo explotar todo. Solo me salvé yo.
Pasó el tiempo. Fui a visitar las tumbas de ___ y de mi padre. Después desperté y me bajé a desayunar.
Diablos, no vuelvo a ver el Extraño Mundo de Jack antes de dormir... eso... o no vuelvo a hacerme sandwiches con queso de dudosa procedencia.
Después me levanté y me asomé a la ventana. Un hombre parado en la esquina me saludó. Volteé a ver la cama, y la persona que estaba ahí había desaparecido.
La mañana siguiente, fui al aeropuerto. Era de madrugada. Ahí conocí a un tipo que intentó ser amable conmigo, pero mi naturaleza me hizo ser mal pedo con el. Abordamos el avión, el cual casi se cae. Llegamos al aeropuerto de Londres y ahí tomé un taxi, ya que nadie me pasó a recoger.
Llegué a un edificio enorme y blanco, con una puerta negra gigante. Intenté abrir pero nadie contestó a mi llamado. Esperé ahí sentada un buen rato. De repente, llegaron tres carros, todos negros y brillantes. Era obvio que el segundo carro, que iba entre dos camionetas, era el importante. Se abrió la ventanilla automática y una voz de mujer salió de el. Me dijo que subiera al auto y que mi papá nos esperaba en otro lado.
Obedecí y me llevaron a otro edificio más grande aún, con rejas eléctricas y muchas cosas extrañas. En el reibidor me encotré con un wey que al parecer ya me conocía. Habló, habló y habló hasta que la misma mujer rubia del auto me llamó. Entré a un despacho y ahí estaba el Primer Ministro de Inglaterra, un hombre de edad, poderoso a simple vista y también muy bonachon. Me ofreció una taza de té, pero se la cambié por café. Entró a la habitación con una charola el mismo tipo del aeropuerto. Sin querer casi hago que pierda su trabajo.
Minutos después llegó mi papá todo golpeado con una historia de como había caido en la ducha, algo típico de él, así que nadie más hizo preguntas.
Fuera del despacho del ministro, tuve un encontronazo con el wey ese del aeropuerto y del café, que resultó llamarse ___. Luego fui a casa con mi papá.
De repente, todo estaba cubierto con nieve y hacía un frío de la chingada. Llamaron a la puerta, abrí y era ___, me dijo que tenía que ir con él, que habían descubierto que era un clon y que su papá (el ministro) estaba en peligro.
Nos subimos a un carro y salimos hechos la madre. Nos venían persiguiendo unos tipos. ___ se estacionó y nos internamos en el bosque. Perdimos a los que nos perseguian, pero también nos perdimos nosotros. Ahí muertos de frío, yo de miedo, en pleno bosque, confesamos abiertamente nuestro amor.
No tengo idea de como salimo del bosque. Llegamos a un laboratorio donde vimos como todo era una conspiración para que los demás países ya no tuvieran que comprar petróleo de México (hahaha), asesinando al representante de Pemex internacionalmente (osea mi papá... que diantres!?). No entendí que tenían que ver clones con todo esto pero bueeeenoo... El ministro no estaba en peligro, era parte del plan.
Nos encontraron. Se llevaron a ___ a no se donde y el chiste es que casi morimos todos pero a la hora, el clon defectuoso de ___ hizo explotar todo. Solo me salvé yo.
Pasó el tiempo. Fui a visitar las tumbas de ___ y de mi padre. Después desperté y me bajé a desayunar.
Diablos, no vuelvo a ver el Extraño Mundo de Jack antes de dormir... eso... o no vuelvo a hacerme sandwiches con queso de dudosa procedencia.
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