Recién cumplía la hora 73 sin dormir. Mi cabello estaba enredado y comenzaba a dolerme la cabeza. Los párpados me pesaban y la vista se me nublaba. Me paré del sillón por la vigésima vez en la última hora y dí mi recorrido habitual alrededor de la pequeña biblioteca. Los libros cubrían las paredes sobre estantes que iban desde el piso hasta el techo. Solo la puerta estaba libre de ellos. Del techo colgaba una lámpara de cristal color verde botella, aunque para leer solo se necesitaban las lamparitas de las dos mesas que descanzaban a los lados de dos sillones de terciopelo rojo.
Esta era una habitación tan... tan kitsh. Nunca pensé que Cerrado tuviese algo así en su casa. Paseé la vista cansada sobre los lomos de los libros, leyendo sus títulos y autores. Por las apariencias de sus pastas concluí que los de los estantes más altos eran los más viejos. En algunos de ellos las diminutas letras doradas ya habían casi desaparecido. En una inspección rápida que realicé durante esos días alcancé a ver nombres como Goethe, Niethze, y algunas cosas en una lengua que supuse era Latín. No sabía que Rafael hablaba Latín.
Y me di cuenta entonces de que habían muchas cosas que no sabía de él. Otra punzada golpeó mi estómago, pero ya me estaba acostumbrando a ellas. Sentí un gran remordimiento y la tristeza me invadió de nuevo. Me dejé caer en el sillón más alejado a la puerta mientras la conciencia me devoraba viva.
Alguien entró de golpe a la habitación.
- Ya es hora. - Felipe tenía la misma apariencia de haber pasado tres días sin dormir. - Lietza y Mago ya bajaron, solo te estamos esperando a ti.
- Lo siento, enseguida bajo...
- Mas te vale que pronto, Abril se esta impacientando... Llevas dos horas aquí dentro y...
- ¿¡Dos!? ¿Qué hora es? ¿Es muy tarde?
- Llevas hora y media de retraso para la lectura del testamento...
Ni bien terminó su oración yo ya me encontraba escaleras abajo. No era que me entusiasmara mucho la idea de la herencia, simplemente quería acabar con todo eso y regresar a casa. Entré al comedor. Era tan elegante como toda la casa. El piso era de madera oscura y la mesa y sillas también. En una esquina había fuego encendido en una chimenea. El papel tapiz color turquesa me recordó a una casita de chocolate. La imagen se acabó cuando me percaté de las miradas de los demás.
A la izquierda, con los ojos aún llorosos, estaba sentada Mago. Aún traía su traje de mujer de negocios y enfrente de ella sobre la mesa estaba su celular apagado. Del otro lado de la mesa estaba Lietza, con su típica mirada de perrito perdido, viendome fijamente. A la izquierda de Mago estaba un hombre de barriga prominente y bigote abundante. Frente a el, un hombre extremadamente delgado, calvo, y con la apariencia de un chile seco o de una rama marchita, dormitaba con ronquidos pequeños. Recargada sobre la pared detrás de este, estaba Betty. Sus ojos fueron los únicos amables al verme entrar. Ismael simplemente me miró y regresó la vista al piso. Tres individuos apelmasados hombro con hombro en una esquina no voltearon. Brian, Héctor y Nacho.
Y al final de la mesa, justo frente a mi, con su profunda mirada desafiante, estaba Abril. Su cabello negro caía ligéramente sobre sus hombros como un velo, un detalle fúnebre bastante exquisito. Su piel blanca como porcelana contrastaba con la habitación. Tuve la loca idea de que toda la casa estaba decorada para que combinara con ella.
- Que bien que decidiste acompañarnos - su sonrisa gentil tenía un toque ligero de sarcasmo.
- Lo siento...- no se me ocurría una buena excusa - La biblioteca te absorbe, ya sabes...
Un fuerte ronquido salió desde lo profuno del hombre anciano y Betty le dio un codazo. El hombre bigotón se aclaró la voz con una tos seca, esperó a que Felipe tomara asiento. Me dedicó un movimiento con la cabeza.
- Así estoy bien, gracias.
Entonces habló.
- Ahora que están presentes todos los mencionados en el documento, comenzaré con la lectura de la última voluntad del señor Rafael Bautista. - Volvió a toser, solo para darse importancia - "Yo, Rafael Alejandro Bautista Vera, en pleno uso de mis facultades mentales, expreso en el presente las indicaciones para como deseo mis bienes sean entregados a las personas mencionadas a continuación:
- "Para Mago, nunca te lo dije en persona, pero te quiero. Por esto, a ti te dejo mi colección de novelas románticas y mis figuras de latón. No es mucho pero es bastante.
Y Mago soltó un fuerte chillido desde su silla. Felipe se estiró para poner una mano sobre su hombro.
- "Ismael, mi hermano y amigo. Nadie nunca me transmitió tanta sabiduría sobre la vida como lo hiciste tu. Entendías de temas complicados que ni la filosofía alcanzaba a estudiar. Para ti son mis discos de música, todos mis habanos, puros y cigarros, el contenido de la licorera y mi Bentley. Solo tu sabrás darles buen uso.
Ismael asintió dos veces.
- "Héctor, nigún catedrático de universidad jamás ha visto la filosofía y el universo como tú, y por eso te estaré eternamente agradecido. Dile al hombre que esta leyendo esto que te entregue todos mis libros de filosofía, incluyendo mis propios escritos sobre el tema. Haz que los publiquen. Que las ganacias de esos libros sean para ti.
Héctor no se movió ni un centímetro.
- "Betty. Mi adorada hermanita. No sabes como me duele no estar ahí para ti, pero lo que si sabes es lo mucho que te quise y que siepre estaré contigo en alma, es decir, si es que existe. Para ti es el 15% de las ganacias que generen mis obras y el departamento del DF. Te amo muchísimo.
Delgados hilos color plata se deslizaron por las mejillas de Betty. Su bonito rostro brillaba con la luz del candelabro.
- "Lietza. Lietza, Lietza. Tuyos son mi motocicleta, mi equipo para esquiar, la moto de agua y el teatro en casa. Sé que son cosa materiales y que al final no sirven de nada, pero estoy seguro de que te traerán mucha felicidad. Te extrañaré.
Lietza, para mi sorpresa, sollozó y después sonrió.
- "Para Nacho son mis video juegos y consolas. Todos. Mis libros de historia y las pinturas de mi estudio. Para un amigo tan especial como tu, mi muerte es solo una antesala a una fiesta mejor.
Nacho se puso de pie y se acercó a la silla de Abril. Ella tomó su mano en un gesto de solidaridad y Nacho se recargó cerca de una ventana.
- "Después de tantos años, una sola plática bastó para retomar nuestra amistad. Felipe, son tuyos mis libros de Ciencia Ficción, mi colección de DVDs y mi rifle. No mates a nadie, por favor. Y ya no bailes Personal Jesus.
Felipe sonrió sarcásticamente ante la broma post-mortem de Cerrado, pero en sus ojos había tristeza y felicidad, de recordar tiempor mejores,al mismo tiempo.
- "Brian, te regalo los discos de Joaquín Sabina. Son los únicos que Ismael no tendrá, los quemaría o algo por el estilo. Son tuyos también todos y cada uno de mis trajes. Spongo que te quedarán pues somos de la misma talla, a menos de que hayas engordado después de mi funeral. Además son de buena marca, Abril los escogió ella misma. Cuidate mucho.
Brian no dijo nada ni expresó nada en su rostro.
- "Oscar, a ti te confío el manejo de mis acciones de periódicos, revistas, editoriales y de la bolsa y de los derechos de mis obras. No es mucho, pero sé que no dejarás a mi familia desamparada y que eres la persona indicada para esto. En un mundo tan cruel, fuiste de los pocos sobe los que siempre pude descanzar mis preocupaciones.
El hombre anciano y delgado asintió debilmente, luchando para no quedarse dormido de nuevo.
Un escalofrío recorrió mi nuca. Debía seguir yo. Seguramente su esposa sería la última.
- "Marie, mi abogado te entregará un sobre con instrucciones precisas. - el hombre estiró una mano con un sobre largo y grueso y lo tomé temblando - "Te pido seguirlas. También dejo en tus manos mi sitio de internet y mi blog. Escribe algo "lacrimógeno" sobre mi ahí. He arreglado todo para que al morir yo, tu heredes mi columna en el periódico, tu sabes cual. Si no deseas seguir con ella, te pido qe llames al editor y le comuniques esto. Mis libros de García Marquez son tuyos. Una clausula no me alcanza para decirte cuanto te voy a etrañar. Gracias por todo.
De repente sentí como si ácido estuviera saliendo detrás de mis globos oculares. Una sensación de calor inundó mi cara, y el resto de mi cuerpo se quedó helado. En ese momento no pensé en el sobre, aunque podía sentir la densidad el ambiente ante la mención de él. Los ojos que más quemaban sobre mieran los de Abril.
- "Abril, mi dulce y amada Abril. Para ti y para nuestra hija es todo lo demás no mencionado aquí. Absolutamente todo, el resto de las ganacias y carros, propiedades y demás bienes. Si en alguna ocasión, sin ofender a Oscar, considers inapropiado el manejo de las acciones, te concedo el poder para hacerte cargo tu misma. Tu y Abril son lo único que me llevo en el corazón. Su memoria permanece siempre en mi mente, mis dos grandes amores. Las amo. Perdón."
Lágrimas silenciosas y solemnes cayeron por las mejillas ligeramente sonrojadas de Abril. A pesar de que sabía que no tenía nada que ver con la muerte de su esposo, no pude evitar sentirme culpable.
- Así concluye el testamento. - el bigotón se puso de pie - En unos días más recibiran sus bienes, o bien, citatorios individuales para arreglar el papeleo de las demás propiedades.
Con esto, Abril se puso de pie y los demás detrás de ella. Cada uno salió de la habitación uno por uno. Héctor, Nacho y Brian buscaron una esquina para pararse con ese aire de bándalos que tenían.
Lietza y Mago caminaron conmigo y con Felipe hasta la biblioteca. Cerramos la puerta detrás de nosotros. Felipe parado a un lado como un centinela. Lietza en un sillón, Mago en otro y yo en la pared del fondo, pasando los dedos sobre libros viejos.
- ¿Qué fue eso? - Felipe fue el primero en explotar.
- ¿Qué?
- ¡Eso! Tu herencia. El blog, la página, la columna, los libros. ¡El sobre!- Lietza manoteaba incontrolable. - ¡¿Qué diablos con el sobre!?
Mago dijo algo que no entendí.
Metí la mano al bolsillo de la gabardina. El sobre quemaba sobre mi mano por la curiosidad que este me causaba. Pensé en abrirlo y acabar con el misterio. Estuve a punto de hacerlo cuando me detuve. Talvez Cerrado quería que lo leyera sola, lo que fuese que estaba dentro. Quizá era algo muy importante. Algo muy secreto...
- ¿Entonces lo abres o qué? - Felipe dio un paso hacia mi.
- Lo siento, no puedo. Esto es algo que él dejó para mi y supongo que yo debo solucionarlo.
Al ver sus rostros llenos de frustración, decepción, enojo y tristeza, salí casi corriendo del lugar, cerrando de un golpe la puerta detrás de mi. De todas las cosas que Rafael tenía en su tan bien decorada casa, me había heredado un papel con misterios dentro. Me habría conformado con los libros. ¡O con nada! Nada material podría reemplazar a mi amigo.
Corrí al baño a lavarme la cara y al salir,me topé frente a frente con la persona que menos quería ver en ese instante.
- Necesitamos hablar- Abril se paró casi sobre mi. La voz temblando. Nunca la había visto así.
-Parte1-
1 comentario:
Wow! Que buena eres escribiendo. Y que interesante historia la de Cerrado. Me has hecho conocer un poco màs acerca de él.
Felicidades. Escribes Precioso.
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