viernes, diciembre 18, 2009

Cenar Fuera de Casa

La película terminó con una mala propuesta de matrimonio.

Salimos de la sala del cine más intrigados que molestos. Era increíble como esa mujer jugaba con las mentes de todos esos pobres adolescentes. Y mañana uno de ellos despertaría temprano pensando en que pronto se convertiría en uno más de nosotros... Simplemente me parecía estúpido que los humanos realmente pensaran que los vampiros "nacieran" así, de un contagio común, como una enfermedad corriente.

En cambio Damian estaba simplemente fascinado con el mar de inocencia que lo rodeaba. En sus ojos como fuego podía ver esa chispa alegre de curiosidad y diversión. Sus fosas nasales se inflaban extasiadas con los aromas de esos deliciosos jóvenes que se aglomeraban en la salida unos contra otros. Pude sentir la ansia de Damian cuando una niña frente a nosotros agitó su cabello largo y negro desplegando un exquisito olor a naranjas dulces, pero me impresionó al mantenerse calmado y seguir caminando junto a los demás humanos.

Pronto llegamos a un espacio más abierto y Damian se calmó por completo. De todas maneras no podía dejar de verlo con mirada preocupada. Un ataque aún dentro de la sala lo pude haber mantenido controlado. Pero aquí? Con tanta gente comprando entradas, palomitas, llegando y saliendo del cine, resultaba imposible, incluso para mi.

- Relájate - con voz estable y mirada firme Damian me demostró que todo estaba normal.

Volví a respirar solo después de verlo fijamente a los ojos y asegurarme de que era verdad. Esta noche eran de un carmín intenso, como no los había visto muchas veces en siglo y medio. Supe que un solo humano no bastaría esta noche. O quizá tendríamos que desaparecerlo por un par de noches y regresarlo confundido y sin memoria alguna a su casa más tarde.

Al contrario de lo que se dice en las películas, nosotros los vampiros no somos tan espantosos como nos pintan. Y con esto me refiero a que no andamos por la... vida? asesinando personas para alimentarnos ni convirtiéndonos en musarañas horrendas. No, nosotros a diferencia de otros seres, si tenemos honor. Somos una raza respetable y orgullosa.

En esto tiene razón uno de esos libros tontos, los vampiros no damos espectáculos. Nunca nos han podido fotografiar, capturar ni mucho menos matar. Todos esos supuestos vampiros quemados en la edad media? Algunos esquizofrénicos, inadaptados sociales o fotofóbicos. Simples confusiones. No somos para nada fáciles de localizar.

No, no brillamos en la luz del sol, ni causamos estruendo al chocar unos contra otros. Nuestra naturaleza es callada y discreta. Y esto nos facilita conseguir alimento.

Damian señaló con su dedo índice a la joven de melena negra que casi degollaba segundos atrás. Iba a resultar muy fácil enredarla, se veía a leguas el tipo de niña que era. También sería un problema pues se notaría su ausencia. Pero esa corriente sanguínea en su yugular se veía tan deliciosa y yo estaba tan hambrienta también...

Era más que obvio que Damian tendría que hacer el trabajo sucio. Implicaba las técnicas básicas. Seducción 101. Comenzó a avanzar lentamente hacia ella, antes de acercarse más me volteó a ver y me guiñó coqueto. Le devolví media sonrisa y dejé ver un colmillo reluciente como nacar. Un joven parado cerca de mi advirtió esto y me miró con ojos alarmados. Lo estudié con la mirada y retrocedí hasta una esquina oscura y alejada. Ahí esperaría la señal.

Observé casi inmovil todo el proceso de cazería. Damian era una verdadera máquina de seducción. Su cabello alborotado y negro como petróleo se agitaba con cada paso qeu daba. Enseguida comenzó a hablar con la presa. Sonreía y en ocasiones exactas tocaba su antebrazo firmemente pero gentil al mismo tiempo. Su voz era miel cálida y sus ojos eran armas letales. Pronto cayó rendida. Caminaron juntos hacia donde yo estaba recargada y me pasaron de largo sin voltearme a ver. La pobre niña pensó que Fernando (así se había puesto Damian para esta operación ya que su nombre era algo anticuado) me había botado por ella. Si claro.

Cuando pisaron el pavimento húmedo del estacionamiento me lancé tras ellos. En medio minuto me encontraba recargada en un pilar cercano a la pareja. Fernando ya tenía a Valeria (ese era su nombre) contra un pilar, su boca rozando su cuello al ritmo de sus labios que escupían palabras que no quise escuchar. Por un instante me imaginé mil maneras de matarla sin crear un vampiro nuevo. Me contuve, todo era parte del plan.

Di un paso "ruidoso" (para un vampiro) a propósito para que Valeria me escuchara y abriera los ojos. Al verme y darse cuenta de quien era quien los observaba una sonrisa burlona se dibujó en sus bonitos labios. Levantó una ceja de superioridad y habló. Error.

-Tu amiga está aquí.
- Hola Damian. - dije mientras me acercaba lentamente a ellos. La cena volteó a ver al vampiro que tenía sobre ella confundida.
-Damian?
- Perdón, "Fernando" te parece mejor? - Con una sonrisa dejé ver mis colmillos. - Ese nombre te gusta, no?

Los ojos de la cena eran una mezcla aguada de miedo, lágrimas y odio. Antes de que siquiera pudiera abrir la boca, Damian enterró sus colmillos en su yugular. El aroma que desprendió su sangre sobre su ropa combinado con el de la lluvia me enfermó de desesperación y sin más me lancé a ella.

Ambos perdimos el control y la noción del tiempo-espacio, aunque no corríamos riesgos pues nadie rondaba la zona. Solo una vez un carro pasó unas filas delante de nosotros. Con un movimiento invisible nos escondimos detrás de un pilar más alejado y sin iluminación. Ningún humano con sus débiles ojos podría vernos ahora. Succionamos hasta que secamos por completo el cuerpo de Valeria. Jamás había sido la intención, pero que se le podía hacer ahora? Volverla vampiro? Jamás!

Damian fue el último en dejar de succionar. Sin siquiera mirarme se levantó y la puso en sus hombros como si fuera un costal lleno de frijol o cualquier asquerosidad de alimento humano. Nosotros como vampiros natos nunca habíamos tenido que probar esa basura que deglutían tan ansiosos los hombres. Era repulsivo verlos comer.

El cuerpo de Valeria estuvo un día sin vida en nuestro departamento. A las cinco y veintiseis de la tarde del segundo día, sus dedos comenzaron a moverse, señal de que la transformación había terminado. Damian y yo entramos en silencio a la habitación donde la teníamos "descanzando". Sus grandes ojos una vez verdes eran ahora rojos como se habían visto los míos días atrás.

- ¿Qué pasó? - se sentó en la cama como un bebé curioso y se rascó la cabeza confusamente.

Damian dio un paso adelante, se sentó sobre la cama y pasó su brazo sobre la espalda de la recién creada. Su voz salió musical de su boca.

- Verás Valeria, lo que pasó fue que fuiste mordida por una pareja de vampiros muy, muy hambrientos.

Silencio. Después habló. -Entonces soy vampiro ahora?
-Así es, cariño - la suavidad de Damian me perturbaba.
- Y ahora que sigue? - el tono de Valeria era más exitado que preocupado o entristezido.
-Ahora - dijo Damian tocando la barbilla de la joven con su mano libre -tu mueres.

Y con un movimiento circular limpio le rompió la columna. Se levantó, arregló las mangas de su camisa y caminó hacia la puerta de la habitación dejando a la muerta sobre las sabanas nuevas. Antes de salir me dijo:

- Después del trabajo vengo a deshacerme del cuerpo. Te amo. - besó mi frente y salió.

Amaba a ese vampiro, pero muchas veces me desconcertaban sus maneras. Solo atiné a gritarle en una voz razonable para los humanos:

- La próxima vez yo escojo la cena, eh!

Y su risa resonó por todo el edificio.

1 comentario:

Forúnculo dijo...

Órale, chidita la historia. Creo que los vampiros siempre han sido medio gay, o sea, el conde Drácula empalaba a la gente. ¡La empalaba! Ir por ahí empalando a la gente es algo gay.