Químicamente impuro, imperfecto, salado y seco, cruel. Me has dado tanto y quitado mucho más. Me regalas sueños que se escapan cada mañana por debajo de la almohada, me arrancas la amargura del sofocante sol sobre mi nuca. Podría alejarme y nunca extrañarte. Me puedo perder mil eternidades en ti y nunca sentirme vacía. Llévenme a la montaña más densa y aún la neblina helada y gris me recordará a tu ensueño fresco, celeste. Y al levantar la mirada, me enredo en esa línea delicada que dibuja el horizonte, donde tu inmensidad se une con el infinito. Siempre y cuando tu música siga robándome el aliento. Mientras tus olas sean el aferrado marcapasos de mi corazón.
Me resisto a compartir tu aroma, pues eres mío. Crecí a tu lado, me enseñaste y castigaste. No quiero perderte. Te quiero. Te necesito. La niña malcriada no permite que le arrebaten su playa, su infancia. La misma egoísta crecida se rehúsa a que la profanen. Solo a las estrellas les permito bañarse en tus aguas.
No me veo extrañándote, simplemente no puedo. Si lo hiciera, sería como asumir que te has ido de mi. ¿Cómo puedes irte si eres parte de mi? Si tu soberana inquietud es lo que te hace tan azul, tan igual a mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario