sábado, abril 11, 2009

Miedo

A seguir sin ti. De no saber en donde me dejaste. De no saber como ser la de antes. Antes de ti. Antes de conocer el miedo. Miedo de perderte. De que te fueras y de no volverte a ver. Un miedo que en ese entonces parecía irracional. En ese entonces, cuando no había pena y cantabas canciones a mi oido. Y esas canciones sonaban fuerte y claro en mi mente. Y mi corazón se aceleraba salvaje al verte y mis pupilas se dilataban cuando mi nariz percibía la droga de tu aroma. En ese entonces, el único miedo que conocía era el de no morir de ti, de tu veneno.

Cuando extrañarte no existía en mi mente, por que extrañarte significaba tu ausencia. Y en ese entonces yo sabía que nunca me dejarías. Y todos los días era un nuevo cielo el que me saludaba y tu perfecto ocaso me aseguraba con un abrazo cálido que siempre sería así. En ese entonces, cuando juraste que no te irías, cuando el miedo aún no se apoderaba de mi.

El miedo que los demás sentían eran los celos. Celos de no tener algo como tu y yo. Nunca hubo nada como tu y yo. En ese entonces, eramos de fantasía.

Todo era perfecto, como una pequeña vasija de cristal. Y mi único miedo era el de que esa vasija se pudiese llegar a romper. Pero no, por que tu tenías tanto cuidado y cariño. Nunca hubo nada que pudiese romperla, ni un terremoto, nada. Ni siquiera mi torpeza, ni mi inseguridad, ni mi inmadurez. En ese entonces, cuando no había un yo sin ti.

Y pudo seguir así, y tu sabes que es verdad. Pero el miedo, maldito miedo, nos alcanzó. Tarde o temprano lo haría, todos lo decían, y tenían razón. Pero en ese entonces siempre creí que solo tenían eso, miedo.

El primer ataque de pánico, lo recuerdo bien. Recuerdo la sensación ácida de mis órganos estrujándose como hojas secas de un árbol, y la migraña constante que no me ha abandonado aún. Fue como un tren golpeándome directo en la boca del estómago, y escupí mi corazón y todo ese día. Pero no te preocupes, yo se que no fue tu culpa. Ni la mía, aunque seguramente yo estoy pagándo todo. En ese entonces, hubiesemos compartido la carga, pero el miedo nos embargó a los dos, y mi utopía de cristal empezó a agrietare lentamente.

Nunca revelaste tu miedo, ni yo el mío. Así que lo confieso, mi miedo era egoísmo puro. Miedo a quedarme sola, sin ti. De no saber que hacer sin ti los sábados en la mañana. De no tener quien me avisara cuando la luna se pone amarilla y grande. De no poder olvidar, y no poder hacer nuevos recuerdos. Miedo que me causaba la incertidumbre de saber si mi cuerpo reaccionaría al primer segundo que te alejaras de mi. Miedo a haberme vuelto dependiente de ti, miedo de haber roto mi promesa de nuca hacer eso. Miedo de que tus canciones se borraran para siempre de mi mente y de no poder recordar ni siquira tu cara, aunque fuese una imágen borrosa.

Que tontos eran mis miedos.

El primer año fue letal. Tuve muchos miedos. De creer no conocerte en realidad, de que hubieras cambiado y de que la verdadera razón de tu partida hubiese sido... yo. Miedo de todos los meses, pero en realidad más de Abril, por que sería una prueba visible de que realmente no volverías.

En ese entonces, todo se volvío importante. Mis imágenes borrosas de como te mordías los labios, de como se fruncía tu ceño cuando la claridad de los martes te lastimaba los ojos, de esos ojos y de esas cejas. Y la canción que poco a poco se difuminaba en mi mente, ese era el mayor miedo, perder tu canción. Si se borraba, sería igual a asumir que te habrías ido, y yo quería todo menos eso, perderte así, en la máxima expresión de tu escencia.

Miedo, me volvió tan... tan como soy hoy en día.

El segundo año, fue de estancamiento. Quedé en automático. Y el miedo en ese entonces fue el de no volver a respirar. Todo lo demás se borró lentamente, inclusó llegué a creer que realmente tu canción se había ido para siempre. En ese entonces, eso me parecía algo bueno. En ese entonces, no pensaba mucho, siendo sincera. Comencé a crecer, a putazos, pero al fin a crecer. Y en algún lugar dentro de mi, yo misma me la creí. El miedo ahora, era el de averiguar como empezar de nuevo. De seguir sin verte reflejado en los ojos de las personas. Creí habere olvidado.

En ese entonces, me sentía la persona más valiente del mundo.

El tercer año, el que recién se cumplió este jueves pasado, fue de autodescubrimiento. El miedo se volvió ciego. Miedo a no poder encontrar a alguien más. De compararlos a todos contigo. De que ningun otro hombre sobre este planeta tuviera tu sonrisa, o tus ojos, o tu pelo, o tu voz. Miedo de realmente haber olvidado tu canción para siempre. De no recordar ni tu aroma de amapolas. De estar completamente vacía por dentro. En ese entonces, yo no era yo, era la yo verdadera. Lo crudo, la matria prima sin procesar. Y el miedo me hizo crecer y aprendí a levantarme, incluso después de haberme tropezado y roto la madre. Miedo de no saber que hacer con los añicos de mi vasija rota.

En ese entonces, hasta el jueves pasado, solo te aparecías entre sueños como una tarde de lluvia helada cuando más calor tenía: como justo lo que necesitaba.

En el cuarto año, este que corre actualmente, ya no se que miedo es más grande. El de no poder recordar tu canción completamente, o el de no querer que se vaya. Si se va, te pierdo. Si se va, puedo seguir con mi vida. Si se va, ya no soy yo. Tal vez, no quiero mi vida sin tu canción, sin ti. Y eso, me asusta hasta llorar como no tienes idea. El miedo ahora, esta noche mientras escribo, mañana y hasta el siguiente nueve de Abril, será de no saber si ya te perdí para siempre, o si aún hay oportunidad. Miedo de querer buscarte en cada hombre. De querer encontrarte en cada martes, en cada sábado. De pasar las tardes lluviosas buscándote en cada gota que caiga del cielo. De no saber que pasa por tu mente. De que tu canción algún día, se convierta en otra memoria borrosa, en otro miedo. Miedo de descubrir que en verdad soy la idiota que todos me dicen que soy.

Y el miedo más grande de todos: que quizá, y es lo más seguro, nunca llegues a leer esto.

2 comentarios:

Cerrado dijo...

santa mierda, así me sentí cuando se fue, bueno la que se fue..

Me, Myself and I dijo...

tengo miedo

buenisima entrada mary (: