Era marzo de lluvia, en un martes de luna
que llegó con guitarra en mano y volando
le dijo a una nube: "que el viento se entere
que esta noche nada evita que me acerque
a su ventana cantado y le diga "mi amor",
y me vaya soñando y me robe el calor
de sus labios rosados llenos de dulzura
y con un beso suyo me robe su color,
con aroma a verano y corazón de ruiseñor."
El viento viajó por el cielo de noche
y llegó a su ventana, entró por el balcón.
Se acercó hasta su cama y en suspiros le dijo
lo que el músico enamorado le confió.
Y ella que era tan joven enseguida saltó
y le preguntó si este hombre de mundo
tenía los ojos azules como el medio día
o si eran cobrizos como el amanecer.
Ella queria saber, pero el viento intrigado
soplando despacio no sabía responder.
"Mira niña de rosa, cabello dorado,
no entiendo tu pregunta tan superficial,
pero si tu supieras como él te ha buscado
y que su amor por ti se ve tan natural,
no querrías preguntar el color de su mirada
pues seguramente quedarías atrapada."
La niña sorprendida e incluso ofendida
mira al viento indignado y le dice de frente:
"Que no ves que no entiendes, amigo del norte?
me refiero al color de su alma, es de agua
o acaso es de oro, o será de carmín?
Debe tener un alma que sea de espuma
de otra manera y de no ser así,
yo no podria vivir, sabiendo que lo amo
y queriéndolo aquí sin poderlo seguir
al lugar a donde vaya después de morir.
"Y si no tiene un alma de escarcha plateada
le entrego la mía para que en el cielo él pueda cantar,
y yo lo voy a esperar una eternidad,
si pudiera yo al cielo con él regresar."
Y la niña y el viento miraron al cielo pensando en él.
Las estrellas bajaron hasta su regazo
y ahí se quedaron hasta el amanecer.
Pero él nunca llegó, y la niña lo espera
despierta en la noche, buscando su rostro
entre constelaciones y gritandole
"Amor, cuándo es que tu vendrás?"
Y el músico triste la observa desde su rincón,
prohibido hacia ella tenía tanto amor.
Y cuando ella duerme en las tardes de marzo
él se acerca a su lado y respira su aliento,
perfume de abril, y la observa soñar.
Y le canta canciones de reyes valientes,
princesas encantadas y castillos de oriente,
y no puede evitar las ganas de llorar.
Pues a pesar de que ella no lo sabe,
él ni un momento la ha dejado de amar.
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